Fue un gran médico (1873-1944), premio Nóbel de Medicina. En su libro “Un viaje a Lourdes” narra el comienzo de su conversión al catolicismo. Fue a Lourdes y vio a una mujer, María Ferrand, moribunda. La trasladó sobre una camilla delante de la Gruta de la Virgen y de su corazón angustiado salió este deseo: “Quisiera creer. Virgen María, curad a esta muchacha. Haced que viva y haced que yo crea”. Y ante sus ojos asombrados ocurrió el milagro. Y escribió: “Eran las tres de la tarde cuando María Ferrand dijo: “¡Estoy curada!”. Se le dio una taza de leche y se recuperó. El dolor y la tumefacción habían desaparecido. Era una cosa imposible, acababa de realizarse un milagro”. Aquella misma noche se pasó un buen rato de oración en la basílica, pidiendo la fe que necesitaba y decía: “Virgen santa, mi deseo más grande y la meta de todas mis aspiraciones es creer, dadme la fe”. Y así, poco a poco, fue recuperando la fe perdida y se convirtió.
Tomado del libro: Comunión de los santos, del P. Ángel Peña

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