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¨Camino¨

lunes, 13 de abril de 2015

Las almas del purgatorio


Todos los santos han creído en el purgatorio y han orado intensamente por las almas que allí están necesitadas. Santa Catalina de Génova tiene todo un tratado sobre el Purgatorio y sus experiencias personales. La beata Ana Catalina afirma en sus Obras: “Siendo ya mayor iba a Misa temprano a Koesfeld y para orar mejor por las Ánimas benditas tomaba un camino solitario. Muchas veces las veía de dos en dos delante de mí como brillantes perlas. El camino se me hacía claro y yo me alegraba de que las ánimas estuvieran en torno mío y me ayudaran, porque las amaba mucho”... “Con frecuencia mi ángel me exhortaba a ofrecer por ellas mis sufrimientos y yo lo enviaba a mover los corazones de los enfermos para que también ellos ofrecieran sus sufrimientos por estas almas necesitadas”.

Santa Gema Galgani escribe en su diario: “Hoy deseo padecer por los pecadores y en especial por las almas del purgatorio, en particular por N.N.--- Me ha dicho mi ángel custodio que esta tarde Jesús quiere hacerme sufrir algo más por un alma del purgatorio”. Igualmente Santa Verónica Giuliani en su
Diario escribe: “Mi ángel me obtuvo que una de estas almas me hablase y me dijo: Tened compasión de mí. No hay criatura viva que pueda penetrar lo atroces que son estas penas. Tened compasión de mí. La encomendé a la Virgen y me pareció ver la dicha de esa alma que me dijo: Ahora he sabido que presto saldré de aquí por vuestra caridad. Gracias... Al poco tiempo la vi libre de las penas y toda bella y gloriosa con un grandísimo esplendor. Parecía un nuevo sol y puesta junto al sol natural, ella habría sido más luminosa, y el sol mismo, junto a ella, parecía tinieblas”.

Santa Margarita María de Alacoque en carta de abril de 1683 dice: “Nuestra Madre me permitió pasar toda la noche del Jueves Santo a favor de las Almas del Purgatorio delante del Santísimo Sacramento y allí estuve rodeada de estas pobres almas con las que he contraído una estrecha amistad, y a las que llamo mis amigas pacientes”... En su autobiografía escribe: “Estando un día ante Jesús Sacramentado, de repente se me presentó una persona rodeada de llamas por todas partes y me dijo: Le ruego me aplique por espacio de tres meses los méritos de todas sus obras y oraciones... Así lo hice y al cabo de tres meses la vi de nuevo resplandeciente de gloria y subir al Cielo, prometiéndome ser mi protector ante Dios”. En carta de 2 de Mayo de 1683 nos dice que “esta mañana, domingo del Buen Pastor, dos de mis buenas amigas pacientes han venido a decirme adiós en el momento de despertarme. Una de ellas era la buena Madre Monthoux y la otra Juana Catalina Gascón, que me repetía sin cesar: El amor triunfa, el amor goza... Como yo les rogara que se acordasen de mí, me han dicho que la ingratitud jamás ha entrado en el cielo”.

Estas almas benditas, no sólo quieren nuestra , sino que también nos pueden ayudar si las invocamos. En la vida de la Beata Sor Ana de los Ángeles, gran devota de estas almas, cuenta la testigo Sor Juana de Sto. Domingo que un día tenía hambre y Sor Ana le dijo que le trajera el breviario para rezar juntas por las almas del Purgatorio para que les enviaran alimentos. Pues bien, antes de terminar de rezar el Oficio de Difuntos, mandaron llamar a la portería a Sor Ana y ésta le dijo a Sor Juana: ¿No te he dicho que las almas nos mandarían de comer? Vete tú misma a la portería y recibe lo que traen. Allí se presentó un joven de buen aspecto que les traía panes, quesos, harina y mantequilla”. Y ¡cuánto más nos podrían ayudar, si les pidiésemos ayuda!

Tomado del libro: Comunión de los Santos, del P. Ángel Peña

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