Lucie Christine, seudónimo de Mathilde Bertrand (1844-1908), una esposa y madre de cinco hijos, gran mística, en su Diario Espiritual dice el 22 de octubre de 1822: Ayer comencé la oración, diciendo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y mi alma, incendiada en amor, permaneció en contemplación. Yo vi la unión del amor y vida por la cual nuestras almas están unidas al Creador, al Redentor y al Santificador. La bondad inefable de la Santísima Trinidad me llenó toda la tarde de una alegría inmensa… Esta mañana, en la comunión, mi alma se puso a contemplar la persona del Padre, el principio eterno del cual todo existe. Y vi las relaciones que existen entre las tres divinas personas… El alma conoce, sin poderse engañar, la unidad de la naturaleza divina y ve, al mismo tiempo, la distinción de las tres personas. Ninguno de los tres se comunica del mismo modo. Podría decirse que uno no es el otro y no tiene la semblanza del otro y no obra como el otro, pero los tres son Dios (5).
5 Appunti mistici di una madre, Roma, 1987
5 Appunti mistici di una madre, Roma, 1987
Tomado del libro: Experiencias de Dios, del P. Ángel Peña
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