Jerónimo de Comtes fue un sacerdote que apostató de nuestra fe y se hizo anglicano. Él nos cuenta: “Nunca se me borrará de mi memoria el delicioso recuerdo de un domingo en que visité la Iglesia de Ntra. Sra. de las Victorias de París. Había entrado por curiosidad y con un poco de disgusto, pero me entraron muchas ganas de llorar y una amargura tan terrible que no sabía qué hacer. Levanté los ojos para mirar la imagen de la Virgen y un rayo de consuelo inundó mi alma. Allí comenzó la vuelta al seno de la Iglesia Católica”. Después se hizo religioso franciscano y murió como un santo.
Tomado del libro: Comunión de los santos, del P. Ángel Peña
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