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¨Camino¨

lunes, 6 de julio de 2015

La Inquisición



Hay una serie de temas recurrentes, cuando se quiere atacar a la Iglesia. Uno de ellos es el de la Inquisición. A todos los que quieran profundizar en este tema les sugiero leer las Actas del Simposio internacional sobre la Inquisición, organizado por el Vaticano del 29 al 31 de octubre de 1998 y al que asistieron los principales especialistas en el tema, no solo católicos. Ya hemos hablado de Gustav Henningsen, pero podemos citar a otros como Adriano Garuti que dice: La pena capital era reservada al herético pertinaz o reincidente. Contrariamente a lo que se piensa, frecuentemente sólo un pequeño porcentaje de procedimientos inquisitoriales se concluía con la condena a muerte (3). El investigador Andrea de Col afirma que hay datos fidedignos que aseguran que de las tres sedes italianas de la Inquisición: Roma, Venecia y Aquileia-Concordia, el total de ejecutados fueron 128 y no los miles y miles de que habla la leyenda negra (4).

En cuanto a la Inquisición española, el especialista protestante inglés Henry Kamen reconoce: La humanidad y benignidad de la Inquisición española contrasta agudamente con las invariables ejecuciones de los acusados por los tribunales seculares españoles (5.) Las historias espeluznantes de sadismo, imaginadas por los enemigos de la Inquisición sólo han existido en la leyenda (6). Se celebraron centenares de autos de fe sin que se encendiera una gavilla (7).

En una época en que el uso de la tortura era general en los tribunales criminales europeos, la Inquisición española siguió una política de benignidad y circunspección. La tortura era empleada sólo como último recurso y aplicada en muy pocos casos. Las confesiones obtenidas por la tortura jamás eran aceptadas como válidas, porque evidentemente habían sido obtenidas por la coacción. Por lo tanto, era esencial que el acusado ratificara su confesión al día siguiente de haber sido torturado... Los archivos de la Inquisición son exhaustivos y completos al describir el curso de las sesiones de tortura. Cada palabra, cada gesto era anotado por el secretario presente. Como reportajes, estos relatos carecen de paralelo en su época… Comparándola con la crueldad deliberada y la mutilación practicadas en los tribunales seculares ordinarios, se ve con una luz mucho más favorable de lo que sus detractores se han molestado en admitir. Si se agrega a esto las relativas buenas condiciones de sus prisiones, queda claro que el tribunal, en su conjunto, no tenía interés por la crueldad y que intentó en todo momento temperar la justicia con un trato misericordioso (8).

Según los especialistas, aunque no hay cifras exactas, los muertos por la Inquisición española serían entre 1.500 y 2.000, pero en cuanto a las brujas sólo 100 en todo el mundo. Por eso, Henningsen dice: La exagerada suposición de que la Inquisición en siglo XV y XVI hubiera quemado a 30.000 brujas hace tiempo que ha dejado de tenerse en consideración, por la ciencia (9).

En España, Portugal e Italia, los tribunales civiles quemaron 1.300 brujas, que sumados a los 100 de la Inquisición, hacen un total de 1.400. En cambio, en Alemania, donde no había Inquisición y eran de mayoría protestante, las brujas quemadas fueron 25.000. En Inglaterra, según Henningsen, mataron 1.500 brujas. Por eso, dice el mismo Henningsen: La Inquisición fue la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible (10). Y otro gran investigador inglés, Cecil Roth, afirma: Por este servicio a la humanidad y a la verdad (de librar de la muerte a miles de acusados de brujería), pues hubo unos 20.000 juicios llevados a cabo por los tribunales inquisitoriales, la Inquisición española merece la gratitud de todos los hombres civilizados (11). Por eso, podemos preguntarnos: ¿Hubiera sido mejor que no hubiera existido la Inquisición, cuyo cometido era definir claramente quién era hereje o no lo era para salvar a los que no lo eran de envidias o venganzas? Cuando se aclaraba que uno era hereje, se le daba la oportunidad de retractarse para salvarse. De haber sido juzgado en los tribunales civiles, hubiera muerto sin compasión, dado que ser hereje en aquellos tiempos era ser considerado como terrorista, enemigo del Estado, pues los países protestantes eran enemigos declarados de España y los piratas protestantes asaltaban sus colonias. De hecho, muchos herejes buscaban ser juzgados en los tribunales de la Inquisición, porque eran mucho más benignos y el tiempo de tortura, cuando la había, era máximo de una hora; no podía haber mutilación ni derramamiento de sangre, lo que no existía en los tribunales civiles de la época en todo el mundo. Si no hubiera existido la Inquisición en España para controlar la expansión de las doctrinas protestantes, ¿habría habido menos muertos? ¿Cuántos habrían muerto por las guerras de religión como en otros países europeos? ¿Y cuántas más brujas habrían muerto? Por eso, reconociendo que toda muerte o tortura fue un error y, admitiendo que pudo haber excesos como en toda obra humana, consideramos que el balance general fue muchísimo más positivo que negativo, como lo dicen los mismos especialistas en el tema. Sin la Inquisición, el mundo habría lamentado muchos más miles de muertos.

Ib. p. 415. 
Ib. p. 371. 
Kamen Henry, La inquisición española, Madrid, 1973, pp. 214-215. 
Ib. p. 188. 
Ib. p. 204.
8
Kamen Henry, La Inquisición española, Ed. Crítica, Barcelona, 1979, pp. 187-190.
9
Ib. p. 576.
10
Ib. p. 594.
11
Roth Cecil, La Inquisición española, 1999, p. 163.

Tomado del libro: El coraje de ser católico, del Padre Ángel Peña

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