Según san Juan de la Cruz es una transformación total en el Amado, en que se entregan ambas partes por total posesión de la una a la otra con cierta consumación de unión de amor, en que está el alma hecha divina y Dios por participación cuanto se puede en esta vida. Este es el más alto grado a que en esta vida se puede llegar… Consumado este matrimonio espiritual entre Dios y el alma, son dos naturalezas en un espíritu y amor (37).
El alma está como divina, endiosada, pues así como la desposada no pone en otro su amor ni su cuidado ni su obra fuera de su esposo, así el alma ya no tiene ni afectos ni voluntad ni inteligencia de entendimientos ni cuidados ni obra alguna fuera de Dios (38). Oh cuán dichosa es esta alma que siempre siente estar Dios, descansando y reposando en su seno… Está Él allí de ordinario como dormido en un abrazo con la esposa, en la sustancia de su alma (39). Algunos llaman al matrimonio unión transformante y consiste en una unión real e indisoluble entre Dios y el alma. Es una especie de deificación del alma, una fusión espiritual. Jesús y el alma se funden y se pierden en el amor de los TRES como la gota de agua que cae al océano divino. El alma se siente tan unida a su esposo Jesús, y con Él y en Él, a las TRES divinas personas que hay una unión transformante que la deifica y eleva hasta alturas jamás imaginadas. Por supuesto que en esta etapa hay muchos grados de intensidad, pues un alma que ha llegado al matrimonio espiritual sigue avanzando en el océano de Dios más y más, pues es un océano infinito que nunca lo abarcará totalmente. Por eso, la distancia entre María y cualquier alma que ha llegado a estas alturas será inmensa, pues Ella es la Reina de cielos y tierra por encima de todas las criaturas.
Hay quienes llegan al matrimonio y, al poco tiempo, Dios las lleva consigo. Pero hay muchas otras almas que viven es ese estado de matrimonio durante muchos años. Conozco a una religiosa que ya lleva unos 35 años desde aquella memorable fecha. El modo de realizar el matrimonio, como ya hemos dicho, es diferente en cada persona. A veces, se realiza con anillo visible o invisible. Normalmente, se realiza después de la comunión en un éxtasis de amor, pero no necesariamente. Siempre está presente María, que es la Madre que presenta a la desposada a su hijo Jesús. Y el matrimonio se realiza por el poder del Espíritu Santo. Además, no olvidemos que es un matrimonio del alma, que se realiza con Jesús y, por medio de Jesús y de su humanidad, también es una unión total con el Padre y el Espíritu Santo, es decir, una unión transformante con toda la Trinidad. Sor María de san Alberto decía: Allí la dulce esposa, transformada en su Amado y convertida en Él, vive y reposa y de Él recibe vida, quedando ya la suya consumida Y ella, elevada a la categoría de Reina, esposa del Rey de Reyes, puede decir con san Juan de la Cruz: Míos son los cielos y mía la tierra. Míos son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos y la Madre de Dios es mía y todas las cosas son mías, y el mismo Dios es mío, porque Cristo es mío y todo para mí.
“A este matrimonio sea servido llevar a todos los que invocan su Nombre el dulcísimo Jesús, esposo de las almas fieles” (40).
37
Cántico espiritual 22, 3.
38
Cántico 27,7.
39
Llama de amor viva 4.15.
40
Cántico 40, 7.
Tomado del libro: Experiencias de Dios, del P. Ángel Peña
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